Narita Boy – Análisis
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Desde el arranque de su campaña de crowdfunding en Kickstarer, allá por 2017, el videojuego español Narita Boy ha atraído todas las miradas; no sólo las de los jugadores, encandilados por su propuesta de acción y aventura ochentera conducida por un delicioso pixel art, sino también la de Team17, editora independiente que se encarga de llevar la ópera prima del Studio Koba a PS4, Xbox One, PC y Nintendo Switch. Por fin esta esperada propuesta ve la luz y nos permite convertirnos en el héroe virtual de un Reino Digital azotado por la corrupción de un ente maléfico que no sólo quiere acabar con el videojuego que nos absorbe, sino también con la vida de su creador.
Narita Boy es un título que mira sin reparos a la estética ochentera para homenajearla en todo su esplendor pero sin caer en el pastiche al que estamos acostumbrados, tanto es así que incluso planteándonos la historia de un chaval absorbido por su videoconsola favorita, la Narita One, y convertido en el elegido por sorpresa, aun partiendo de ese cliché, consigue encontrar su propio camino gracias en parte a su particular apuesta visual y su potente banda sonora. Probablemente estos son los aspectos más destacables de este desarrollo independiente; todo lo demás, eso sí, oscila entre las buenas ideas y una ejecución algo tosca.
Videoanálisis
Héroe por sorpresa
Comenzamos la historia de Narita Boy viendo cómo Him, el ente maligno que funciona como villano principal, despliega a su ejército de Stallions por los dominios del Reino Digital. Sus seres corruptos son poderosos dentro del mundo virtual del juego, pero él es capaz incluso de atravesar la pantalla de la consola y borrarle la memoria a El Creador, un humano alabado por los personajes digitales que ha programado pero que en la vida real es una persona más o menos normal, con sus emociones, sus ideas y sus sentimientos; eso sí, sin memoria, porque Him ha conseguido arrebatarle sus recuerdos y dejarlos recluidos en rincones del Reino Digital.
Precisamente por eso la Narita One del protagonista acaba absorbiéndole dentro del mundo del juego, porque él es el elegido, el único capaz de empuñar la Tecnoespada y hacerle frente al ejército de Stallions que Him ha liberado. En ese momento comienza nuestra épica aventura, una en la que tendremos que liberar los recuerdos de El Creador explorando los escenarios del Reino Digital y enfrentándonos a los enemigos que salvaguardan dichos restos de memoria; a veces serán rivales rasos contra los que batallaremos en hordas, mientras que otras veces serán grandes comandantes del ejército de Him, quienes harán las veces de jefes finales.
Durante nuestra misión iremos conociendo también los rincones de un Reino Digital casi devastado por la llegada de los Stallions. Visitaremos las diferentes regiones del mundo del videojuego, dibujadas en un hermoso pixel art, mientras hablamos con sus peculiares personajes en un recargado lenguaje que no termina sentarle del todo bien en la narrativa del juego: como ya dijimos en nuestras primeras impresiones, la escritura de Narita Boy está especialmente ceñida al lore y cada frase esconde mil y una referencias al espectro tecnológico ochentero, todo está lleno de símiles y de palabros del argot de la época, algo que dificulta innecesariamente la tarea de comprender las misiones que nos encargan los personajes del juego y falla en lo que parece ser una intención de darle cierto toque magnificente a cada diálogo. No es un aspecto que esté mal de forma general ni por sí mismo, pero sí es algo que por su repetición acaba atiborrando.
Mientras que el guión, la parte más visible de su narrativa, es un poco torpe a la hora de plantear la trama, el worldbuiling, todo lo que rodea al universo del juego en el que nos sumergimos, sí brilla por su originalidad y su buena ejecución: todas esas referencias tecnológicas que atiborran en los diálogos, en el mundo del juego encajan precisamente porque se les da un giro de tuerca que hace que lo veamos como algo más que una mera referencia. Los animales no son simples recreaciones robóticas, sino que tienen un diseño propio cargado de carisma. Lo mismo ocurre con el resto de aspectos: los NPC, los enemigos, las ciudades, los escenarios
Explorar el mundo es una gozada y quizás se echa en falta algo más de libertad a la hora de recorrer los escenarios, que están muy acotados en base a la misión que estemos llevando a cabo en ese momento. De hecho el ciclo de progreso de Narita Boy es probablemente de lo peor de la propuesta, ya que nos hace repetir una y otra vez el mismo proceso: llegar a un nuevo escenario, encontrarnos con una puerta cerrada, limpiar todo el escenario hasta encontrar una llave, luchar contra un jefe final y volver a abrir la puerta para pasar al siguiente. Es una estructura demasiado clásica y tediosa que ni siquiera las secciones de mecánicas alternativas, como en la que montamos a un Servohorse esquivando obstáculos en el desierto, consigue romper.
Es una pena que no podamos recorrer las ciudades del Reino Digital de una manera más independiente, porque hay momentos en los que el juego deja un poco de lado su linealidad y nos permite intuir cómo de bien le sentaría a Narita Boy algo más de libertad. Precisamente por lo que decíamos antes: el mundo del juego está tan bien construido y tiene unas bases tan peculiares, incluso con ciertos toques escabrosos inesperados, que sentimos la necesidad de poder andar a través de él sin tener que ir cogidos de la mano.
Prueba el filo de mi Tecnoespada
A nivel mecánico, lo que haremos durante buena parte de Narita Boy será luchar contra enemigos que irán apareciendo en el mapa a medida que avancemos por él. Son los Stallions, esta raza de entes corruptos que Him ha desplegado por todo el Reino Digital de múltiples formas y tamaños: hay una amplia variedad de enemigos que van llegando a nuestra partida para hacernos aprovechar las cada vez más poderosas y variadas habilidades especiales que vamos adquiriendo con nuestra Tecnoespada. En este punto sí hay una buena curva de progresión.
Comenzamos combatiendo contra enemigos más básicos, como zombis que apenas nos golpean o enemigos con espadas simples, y de ahí pasamos a seres cada vez más avanzados: desde gigantes con escudo y mazas hasta magos que generan sus propios miniejércitos de enemigos. A medida que vamos descubriendo nuevos tipos de poderes, también se va aumentando la cantidad de criaturas contra las que podemos utilizarlos; es un equilibrio que funciona bastante bien para restarle al progreso esa repetitividad de la que hablábamos antes.
Durante los primeros minutos de partida nuestra Tecnoespada sólo contará con los movimientos básicos -ataque rápido, ataque cargado, disparo y disparo cargado-, pero poco a poco iremos encontrando nuevas habilidades que El Creador había escondido en el código fuente: una que nos permite esquivar a los enemigos, otra que nos deja hacerles una embestida, otra que nos sirve para atacar saltando hacia arriba y que también podemos usar para alcanzar nuevas alturas A esto hay que sumarle una serie de habilidades especiales que permiten invocar aliados que realizan poderosos ataques devastadores para los que, obviamente, necesitamos recarga previa.
Cables pelados en el Reino Digital
Pese a lo variado que es su combate, tanto en lo referente a las habilidades disponibles como a los enemigos que nos enfrentamos, se echa de menos que sea más preciso en sus controles: a veces los movimientos del personaje no se activan al mismo tiempo que pulsamos los botones, creando la sensación de cierto lag que dificulta una ejecución fluida de los ataques. Ocurre sobre todo con movimientos concretos, como el de esquivar, aunque hay otros que tampoco son todo lo minuciosos que nos gustaría, lo que sumado a una mejorable colocación de las cajas de colisión da como resultado un sistema de acción ejecutado de una forma un tanto regular.
Del mismo modo, las secciones de plataformas caen también en el habitual error de intentar plantearse como algo mucho más desafiante de lo que verdaderamente el esquema de controles del juego puede proponer. Los saltos del protagonista no son tan precisos como requieren ciertas secciones de plataformeo, partes donde incluso las zonas en las que tenemos que saltar quedan demasiado disimuladas en el fondo del escenario, dándole más confusión a estos niveles.
Por suerte, ni los combates ni el plataformeo tienen como principal interés proponer un desafío al jugador: si morimos en cualquiera de los dos, simplemente volveremos al punto de control inmediatamente anterior y podremos seguir jugando. Quizás sus jefes finales sí pueden llegar a convertirse en un reto superior: son grandes criaturas espantosas que subvierten las dinámicas de los enemigos más básicos sacándole provecho a la estética tecnogrotesca del universo de Narita Boy, uno de los mejores apartados del juego, sin duda, y no sólo porque sea la parte más desafiante, sino por lo bien que funcionan las escenas de combate contra estos seres corruptos.
En este punto cabe mencionar que la versión preliminar a la que hemos jugado en PC tiene varios problemas técnicos que si bien no fastidian la partida, sí crean ciertos momentos incómodos a la hora de jugar: son fallos con los escenarios, que desaparecen por completo impidiéndonos ver hacia dónde tenemos que ir, o errores en las cajas de colisión de secciones concretasVenir de Tragamonedas Gratis Online. Quizás son errores que acaben solucionándose en la versión definitiva del juego, pero lo cierto es que a nosotros nos han ocurrido durante nuestra partida y son lo suficientemente palpables como para no reseñarlos.
Conclusiones
Puede llegar a ser difícil hablar de Narita Boy sin que entren en juego las expectativas: después de varios años en desarrollo y de una campaña de crowdfunding tan exitosa, el hype, tanto de quienes participaron en ella como de quienes no, estaba por las nubes. Su propuesta era una muy interesante, además, una aventura de acción en dos dimensiones con un pixel art espectacular y un rollo ochentero que siempre funciona. Cuando sale a la venta la versión final del juego y nos encontramos con ciertas asperezas, como una estructura repetitiva, unos diálogos enrevesados o los mencionados problemas técnicos, puede ser normal que nos lleguemos a decepcionar porque no es el juego que esperábamos. Sin embargo, es difícil no acabar recomendando Narita Boy: avanzar en su historia, aunque de manera cíclica y demasiado tradicional, es todo un gustazo por lo bien construido que están tanto su universo como sus personajes, es cierto que el guión puede no estar del todo bien escrito, pero la trama tampoco es tan compleja para que suponga una desconexión por parte de la audiencia, y los fallos técnicos no son tan graves como para que nos perjudiquen en nuestra partida. No podemos esperar de este título una frenética aventura de acción porque ni su diseño lo pretende ni sus controles lo consiguen, sino más bien una epopeya ochentera que nos sumerge en un tenebroso mundo digital para contarnos una historia épica sobre la mente humana. Y eso, pese a todo, es inevitablemente recomendable.
Hemos realizado este análisis en PC con un código para Steam proporcionado Team17.
Desde el arranque de su campaña de crowdfunding en Kickstarer, allá por 2017, el videojuego español Narita Boy ha atraído todas las miradas; no sólo las de los jugadores, encandilados por su propuesta de acción y aventura ochentera conducida por un delicioso pixel art, sino también la de Team17, editora independiente que se encarga de llevar la ópera prima del Studio Koba a PS4, Xbox One, PC y Nintendo Switch. Por fin esta esperada propuesta ve la luz y nos permite convertirnos en el héroe virtual de un Reino Digital azotado por la corrupción de un ente maléfico que no sólo quiere acabar con el videojuego que nos absorbe, sino también con la vida de su creador.
Narita Boy es un título que
Desde el arranque de su campaña de crowdfunding en Kickstarer, allá por 2017, el videojuego español Narita Boy ha atraído todas las miradas; no sólo las de los jugadores, encandilados por su propuesta de acción y aventura ochentera conducida por un delicioso pixel art, sino también la de Team17, editora independiente que se encarga de llevar la ópera prima del Studio Koba a PS4, Xbox One, PC y Nintendo Switch. Por fin esta esperada propuesta ve la luz y nos permite convertirnos en el héroe virtual de un Reino Digital azotado por la corrupción de un ente maléfico que no sólo quiere acabar con el videojuego que nos absorbe, sino también con la vida de su creador. Narita Boy es un título que